Odisea por México
1 de Septiembre
01 de Septiembre del 2006
Rosario Maríñez
Si existiera el récord Guiness de movilización social del año 2006, seguramente los mexicanos lo ganaríamos, pues hoy nuestro país vive diversos acontecimientos en donde participan, en un caso, millones de personas, y en otros, pueblos enteros, y en otros sólo un puñado de personas.
Por ejemplo, el tamaño de la movilización ciudadana que reclama “voto por voto y casilla por casilla”; la extensión, de varios kilómetros del plantón ciudadano situado entre el Zócalo y la fuente de Pemex a un costado del Periférico, allá en la Ciudad de México. O las dimensiones y profundidad del movimiento social de Oaxaca que exige la salida del gobernador de esa entidad. O el tamaño de la protesta que se viene, si finalmente el Tribunal Federal Electoral decide consumar y legalizar la imposición de un presidente, cuya elección pasará a la historia como el primero y más grande fraude electoral realizado por un partido, el PAN, mismo que durante medio siglo había sido objeto de burlas y robos electorales por parte del PRI.
También ha tenido lugar otro acontecimiento que sería digno de ganar ese premio internacional. Se trata de la travesía realizada por 20 personas para hacer conciencia ciudadana por la paz, la reconciliación, la transparencia, la legalidad y porque se cuente voto por voto; y también para “reclamar a los de arriba, a los líderes empresariales, políticos, religiosos y militares que asuman su responsabilidad para una mejor conducción del país”. Esta empresa, denominada Odisea por México, inició en Tijuana el pasado 30 de julio y concluyó el domingo 27 de agosto en la Ciudad de México, a donde arribó este puñado de personas encabezadas por José Alcaraz. Recordemos que se le denomina odisea a un viaje largo en el cual abundan las aventuras adversas y favorables al viajero, tal como sucede en la novela de Homero donde relata las aventuras de Ulises (Odiseo) al regresar a su patria Ítaca, tras la caída de Troya.Así, durante casi un mes, veinte hombres –cuyas edades oscilan entre los 21 y 65 años– recorrieron cerca de tres mil kilómetros, la mitad a pie y la otra en automóvil, con la idea de llamar la atención de los 100 millones de mexicanos para exigir democracia y justicia en nuestro país, empezando por limpiar la elección presidencial del pasado 2 de julio. Alcaraz explica que son “veinte personas que decidimos participar en este sacrificio como una ofrenda a nuestro México, para que no se llegue a la violencia”, y por ello en una de sus consignas se puede leer: “la gente se pregunta: ¿y esos quiénes son? veinte mexicanos defendiendo la nación”. Con ese propósito partieron de Tijuana, y los lugares donde se manifestaron y efectuaron diversos actos fueron: Tecate, Mexicali, San Luis Río Colorado, Sonoyta, Caborca, Hermosillo, Ciudad Obregón, Guaymas, Navojoa, Mazatlán, Tepic, Jala, Guadalajara, La Barca, Zamora, Zacapu, Morelia, Maravatío, Atlacomulco, Ixtlahuaca, Toluca, La Marquesa, y finalmente, la Ciudad de México.
Muchas fueron las penalidades que sufrieron en el trayecto de su odisea, pues recibieron todo tipo de insultos, mentadas de madre a gritos y con “claxonazos”, o expresiones cargadas de odio como “pártanles su madre a esos güeyes”, sobre todo en Guadalajara. También, cruzaron el desierto bajacaliforniano y sonorense en plena estación de verano. Así que el esfuerzo físico fue muy intenso, pues debieron sufrir altas temperaturas y la acción de los rayos del sol. No sólo se sometieron a ello, sino que las largas caminatas les producían ampollas en los pies, y sobre todo un gran cansancio que los extenuaba y le generaba la duda sobre su empresa, sobre todo en quienes, entre ellos, llegaron a pensar era sólo ir de paseo, pero jamás imaginaron que esta lucha podría generarles tanto conflicto. De esa manera, dice Alcaraz que algunos se empezaron, incluso a plantear que para cambiar a México hay que hacer algo más que caminar.
También, en muchos lugares tuvieron cálidos recibimientos, y breves acompañamientos, y muestras solidarias que les daban aliento en su propósito, como en Sonora, en donde un grupo de señoras les ofrecieron comida regional. En Ciudad Obregón, simpatizantes locales plantaron el árbol de la democracia. En Guaymas, cien personas iniciaron caminatas alrededor de la plaza central, lo mismo en Navojoa. También manifiesta Alcaraz que “en todos los lugares a donde arribaban platicaban con la gente con el fin de prender la semilla de la lucha pacífica y ciudadana” y la “conciencia de que unidos y de manera organizada podemos cambiar las reglas de convivencia de este país”. También a su paso, se encontraron con “los dos Méxicos, el de los de arriba y los de abajo. Aquel México que no tiene nada, que vive en el desierto, debajo de las piedras, que sólo come tortillas y frijoles; en contraste con el México opulento, de las fortunas, del confort, y también de la impunidad”.
Sin duda, el gran esfuerzo, la gran tarea que este grupo de mexicanos realizó para mover las conciencias por la democracia, al exponer de alguna manera su vida de esta manera, nos muestra que por el país van surgiendo la imaginación para llevar a cabo lo que la clase política no puede, o no quiere hacer, encauzar al país por los senderos de la honestidad, el compromiso social, la justicia, y el mejoramiento de las condiciones de vida de millones de mexicanos.
¿Cuántas odiseas será necesario realizar?
Correo electrónico: r_marinez@yahoo.com
La autora es Maestra en Ciencias Educativas por el IIDE-UABC, y estudiante del Doctorado en Ciencias en el Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home